jueves, 8 de julio de 2010

CANGREJITO PLAYERO...Por Señor Garrapata

PARTE I

No sé en su escuela primaria pero yo recuerdo que en la mía, dependiendo la época del año, llegaban distintos tipos de vendedores ambulantes. Estaban los de cajón: el de los dulces americanos (que para entonces eran lo máximo), el de los chicharrones, el de las paletas heladas y el de las jícamas con chile. Y por otro lado llegaban los eventuales: el de los videojuegos, el de las novedades escolares importadas (lápices, gomas, estuches, mochilas), el de los algodones de azúcar y mi favorito: el de la tienda de mascotas móvil. Era una sensación y se arma la remambaramba ya que traía de todo y para todos los gustos.

Si mi memoria no me falla recuerdo haberle comprado en el transcurso de los años una buena parte de su inventario: tortugas, peces, hamsters, acosiles, ranas, más peces, así como a el protagonista de este artículo: un cangrejo. Aún no me lo explico ya que nunca he sido un hombre de cangrejos pero en fin.

¿Saben a cuales me refiero? Sí, a esos cangrejos pequeños de un color entre naranja y rojo que tienen ojos saltones y tenazas no muy grandes. De esos que, perdonando la expresión, parecieran no saber qué pedo con su vida y su existencia.

Bueno, una vez que tuve el cangrejo en una bolsita de plástico, lo levanté para mirarlo por debajo y me di cuenta que por su misma fisiología se le alcanzaban a ver las entrañas situación que me impactó en gran medida por lo que inmediatamente busqué la forma de deshacerme de él.

¿Quién podría querer semejante alimaña? Mmmmmmta… claro, mi primo Adrián.
Adis, como le gusta que le digan, iba en la misma escuela sólo que un año más abajo. Sin chistar adoptó al cangrejo y nunca más supe de él, del cangrejo.

Hoy con lo sucedido me entró la duda después de más de 15 años por lo que me comuniqué con Adis y me platicó que aquel día que le regalé al crustáceo llegó a su casa y lo puso en una cubeta que estaba abandonada en el patio de su casa y olvidó procurarlo por meses. (Siempre ha sido y será un tipo distraído). Cuando finalmente se acordó del pobre animal y fue a buscarlo quedó impresionado de lo que encontró. Lo cito “Estaba cubierto como de pelo blanco, como que se había derretido y había perdido un ojo, el olor era insoportable.”

Seguramente se preguntarán a dónde nos van a llevar estas líneas pero como ya huele a sopa se tendrán que esperar algunas horas porque ya nos vamos a comer. Provecho.

Nuevos gobernantes ¿Mismas leyes animales? Léalo aquí.

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