MI TAPETE Y YO...Por Adis Ramos
De todo hay, dicen, y también que es de sabios cambiar de opinión. Yo soy un antiguo dueño de perros convertido en dueño, amante, y promotor de los gatos como mascotas.
Como suele pasar en este mundo en que vivimos, uno tiende a pensar que los estereotipos son ciertos: que si los mexicanos son de una forma, los negros de otra y los argentinos son todos sangrones, igual pasa con los gatos, una vez que los conoces te das cuenta que tu idea estaba equivocada casi por completo.
Casi, porque hay varias cosas muy ciertas: son unos vanidosos, necesitados de atención que siempre tratan de salirse con las suya, pero hasta ahí. Todo lo demás es mito.
Empezando desde el nombre, porque aunque ellos sean gatos, el que lo acaba siendo es uno, que si la comida a cierta ahora, que si déjale el espacio de la cama que le gusta, que si solo se deja rascar en un lugar detrás de la oreja. Y ahí empieza el primer mito que yo me sabía, que no son ni cariñosos ni leales. Todavía me conmueve acordarme del día en que mi gato me “defendió” de un ataque de mi esposa al quererme hacer cosquillas. Mientras yo gritaba de risa, Tapete, que así se llama el minino, brincó enfrente para protegerme y después me rodeo para revisar si estaba bien, todo para concluir dándome consuelo con lamidas de mano. ¿Cursi? Tal vez, pero así son los momentos con las mascotas, ¿no?
Así he descubierto muchas cosas, no dejan pelo en todos lados si los cepillas, no se acaban los muebles si los entrenas, no necesitan irse durante días si tienen lo que necesitan en casa, no le roban el aliento a los bebes ni te asfixian en la noche. Tampoco son una raza extraterrestre infiltrada entre los humanos para conquistar el planeta (aunque de esto no estoy tan seguro.)
Los aspectos positivos son muchos: un gato educado puede quedarse solo en casa desde muy pequeño, un compañero de juegos simpático que no te dejará agotado, un compañero que se comporta como me gustan los amigos, él tiene su espacio, yo tengo el mío, pero que cuando nos juntamos somos inseparables.
En la próxima entrega, tips para dueños.
Haga una donación, coloque su publicidad y ayude a una mascota. Para mayores informes haga click aquí.
Como suele pasar en este mundo en que vivimos, uno tiende a pensar que los estereotipos son ciertos: que si los mexicanos son de una forma, los negros de otra y los argentinos son todos sangrones, igual pasa con los gatos, una vez que los conoces te das cuenta que tu idea estaba equivocada casi por completo.
Casi, porque hay varias cosas muy ciertas: son unos vanidosos, necesitados de atención que siempre tratan de salirse con las suya, pero hasta ahí. Todo lo demás es mito.
Empezando desde el nombre, porque aunque ellos sean gatos, el que lo acaba siendo es uno, que si la comida a cierta ahora, que si déjale el espacio de la cama que le gusta, que si solo se deja rascar en un lugar detrás de la oreja. Y ahí empieza el primer mito que yo me sabía, que no son ni cariñosos ni leales. Todavía me conmueve acordarme del día en que mi gato me “defendió” de un ataque de mi esposa al quererme hacer cosquillas. Mientras yo gritaba de risa, Tapete, que así se llama el minino, brincó enfrente para protegerme y después me rodeo para revisar si estaba bien, todo para concluir dándome consuelo con lamidas de mano. ¿Cursi? Tal vez, pero así son los momentos con las mascotas, ¿no?
Así he descubierto muchas cosas, no dejan pelo en todos lados si los cepillas, no se acaban los muebles si los entrenas, no necesitan irse durante días si tienen lo que necesitan en casa, no le roban el aliento a los bebes ni te asfixian en la noche. Tampoco son una raza extraterrestre infiltrada entre los humanos para conquistar el planeta (aunque de esto no estoy tan seguro.)
Los aspectos positivos son muchos: un gato educado puede quedarse solo en casa desde muy pequeño, un compañero de juegos simpático que no te dejará agotado, un compañero que se comporta como me gustan los amigos, él tiene su espacio, yo tengo el mío, pero que cuando nos juntamos somos inseparables.
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